Entender cómo nos comportamos, cómo nos relacionamos con los demás y cómo podemos mejorar nuestra comunicación es crucial para alcanzar nuestros objetivos, tanto a nivel personal como profesional. Una de las herramientas más efectivas para conseguirlo es el modelo DISC, un sistema que ayuda a identificar las preferencias conductuales de las personas.
¿Qué es DISC?
El modelo DISC es una herramienta que clasifica a las personas en cuatro estilos de conducta principales: Dominancia (D), Influencia (I), Estabilidad (S) y Conformidad (C). Este modelo permite conocer mejor cómo actuamos, nos comunicamos y tomamos decisiones.
Es importante destacar que el DISC no valora la personalidad ni la inteligencia... sino que identifica las preferencias de comportamiento.
Ejemplo práctico: Imagina que tienes una reunión con una compañera que tiende a ser muy meticulosa y necesita tiempo para analizar las cosas (perfil Conformidad). Si entiendes este estilo, puedes adaptar tu manera de presentarle información de forma que se sienta cómoda y podáis llegar a un acuerdo con más facilidad.
No debemos olvidar que una gran parte de nuestro éxito depende de nuestra capacidad de conectar con los demás y establecer ¡buenas relaciones!
Los cuatro estilos de conducta según DISC
- Dominancia (D): Orientados a resultados, seguros, competitivos. Excelentes para roles que requieren toma de decisiones rápidas y orientación a objetivos.
- Influencia (I): Sociables, optimistas, comunicativos. Perfiles ideales para puestos de trabajo que requieren interacción con otras personas, como las ventas o el marketing.
- Estabilidad (S): Pacientes, fiables, buenos en la colaboración y el apoyo. Perfiles perfectos para roles que requieren constancia y trabajo en equipo, como la gestión de proyectos o recursos humanos.
- Conformidad (C): Meticulosos, orientados al detalle, analíticos. Son excelentes para puestos que requieren precisión, como la contabilidad o el control de calidad.
Cada estilo tiene sus fortalezas y áreas de mejora, y es importante entender que no hay un perfil mejor que otro. Lo clave es asegurar que cada puesto de trabajo o rol tenga el perfil más adecuado para desarrollarse con éxito.
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